"El Funeral" -para leerlo a solas-

Cada guiño, enternece la póstuma visión de ese muerto...

Viernes 18 de agosto, las palabras, simplemente, sobran en este episodio. Al lado de Cristol se encuentra María Isabel deleitando con una armonía vegetal un pucho, a su derecha se encontraba Silverio Autums mirando desde su profunda soledad todo lo que María hacia, básicamente no hacia nada más (no vamos hablar de que sentía por el difunto), al frente de Cristol se encuentra Pedra (un tanto “esnob” su nombre, pero que podemos decir si es de la excelentísima familia Monroy) de una finura y egotismo amenazante, nadie se le acercaba, era una especie de Ninfa (un tanto trasnochada), pero que con cada paso terminaba por hechizar a todo espécimen viril que se cruzara... ¡a no! a Cristol nunca pudo invadirle este estado de deseo para con ella, cristol en cambio, apreciaba pequeños detalles, quizás medulares para su existencia, sus ojos, quizás sus cejas, o el contorno de sus pupilas ¿quién sabe? Al menos no se dormitaba en la nube en la que como victimas del más ahogante gas caían cientos de hombres a sus pies, era, evidentemente, una amenaza en esta micro-tertulia pre-cepélica.

En un momento Cristol toma su copa, la levanta muy alto dejando notar el parche de su chaqueta (signo de absoluta humildad, que pena que nadie lo haya notado, para ellos era simplemente un signo de pobreza) y profesa una frase para el recuerdo: “para mi anticuario preferido, el que guarda, ahora, dentro de su alma, el mejor de mis recuerdos, la amistad con aquellas personas que se encuentran a un costado mío”... pero había algo distinto en su discurso... mmmm... una contradicción, más allá de lo evidente ¿qué habrá querido decir con anticuario? Haber... pensemos...
...Un anticuario es una especie de coleccionista, una especie de aficionado del pasado (obviamente), o sea, que con personas como estas podemos encontrar desde artículos domésticos hasta cachivaches de alguna guerra o conflicto olvidado (o prolongado), que seguramente vendería, o sólo mantendría consigo mismo, para que el pasado se conservara virgen y estéril en nuestro presente... ¿será esa la función de este muerto para Cristol?... pienso que hasta el momento lo que he pensado es de una lógica absoluta, no hay respuesta, es algo más complejo aún, haber... haber, volvamos a la historia mejor.

Al momento que Cristol termina su conjuro fraseológico, María Isabel levanta la voz y entona una melodía:

“un viejo que fuera comunista,
se sienta a fumar la tarde entera,
mientras buena lluvia cae afuera
con voz desnuda el viejo piensa,
porque coincide en su ventana
palomas grises con la pena que fumara”

...suelta un profundo y largo hilo de humo...
...y susurra al oído de Cristol algo así: “te comprendo mucho”.
Silverio corre firme hasta Cristol, y lo golpea duramente.
Cristol suelta una lagrima, pero al tiempo una breve sonrisa se le aparece, haciendo notar una comisura provocativa.
Se repone y toma una botella de vino (que aguardaba ser tomada), estira su brazo, lo gira y rompe su base en una baranda, la botella pasa a ser objeto cortopunzante.
De un momento a otro una botella de vino, objeto de fiesta, alegría y fraternidad pasa a ser un pasadizo a la muerte segura.
Salta y se abalanza sobre Silverio y en un instante de dominación parcial, le dice: “sabes lo que me ha dicho Dios sobre este momento”
Silverio asustado le grita: “!!!que, maldito demente!!!!

“Que sería amargo el día con un solo muerto, por tanto, me ha destinado a cortar tu existencia, ahora podrás acompañar al anticuario, ojala el viaje no te sea difícil”
la procesión se aglutina aún más, se incorporan nuevos invitados, y Cristol se ofrece como el más dichoso hombre en la tierra, ahora, sin miedo.