martes, 18 de septiembre de 2007

En los Campos de Rachmaninov I parte: "Magia"

La mejor Bondad no habita en ninguno de nosotros, de hecho, se hace llamar verdad para los ojos de los doctos. en cambio para mi significa Desasosiego, y es digno de preocupación entre muchos “Niños-Jóvenes-Adultos-Ancianos”.

Sedan (mi amiga inclasificable) me contó una vez que en sus tierras la gente siente una compulsiva preocupación por el otro, profundizaba con un ejemplo: Decía que mientras se encontraba de compras en la feria de Frontier Ius Camps conoció a una pequeñita que acompañaba a su madre en toda labor. Con eso del tiempo, y acudiendo como una sutil observadora (a veces) se dedico a ver algo en ese “dúo”, al cabo de una semana supo del esfuerzo incondicional de la madre por conseguir los mejores frutos en venta (dulces frutosos y ricos, de textura suave y cáscara firme), esto lo hacía visitando unas granjas que eran pertenecientes a una familia muy acaudalada. Serían los más ricos de mi tierra comentaba Sedan.
Una vez la fascinación de Sedan llego a tal punto que decidió acompañar (desde lejos, algo escondida) a esta parejita de muchachas esforzadas. Parten desde la Feria, luego cruzan un caudal en el cual ambas beben agua, se mojan y amarran sus cabellos húmedos en señal de buena presentación, prosigue su marcha por unos puestos de adivinación, la madre hace caso omiso al cautivaje de aquellas magas, cuando en ese instante la niña se le desprende de la mano (la madre no siente la perdida ya que pone tanta atención en esquivar a las “brujas” que sigue su paso). Acá Sedan me contaba que tuvo que elegir entre las dos historias, pero prefirió seguir a la pequeñita, aquella niña se vio alrededor de muchas señoras, unas más flacas que otras, otras de parche en el ojo, una coja de ojo de vidrio y una mujer robusta de grandes ojos “oscuros” que se le acerco a la niña preguntando por su madre, la niña seguía con un espasmo gigantesco no sabía que decir, cuando de pronto le ofrece un durazno de entre sus bolsillos, la señora maga lo recibe gustosa y asiente con la cabeza la atención de la niña, luego la toma y la lleva a una carpa (creo era la más grande de entre todas -debo suponer era la “cabeza” de las adivinadoras-). Mientras eso ocurría Sedan se acercaba más y logro tener una conversación con una maga que le contó que estaban de paso por la ciudad de Kietzl ya que en la frontera se estaban viviendo peores tiempos debido a la “guerra de las aguas”, luego le ofreció leer su mano por unos pocos Drentdes, cuestión que no acepto, pero agradeció la preocupación.

Después de esto fue hasta la carpa de la bruja mayor y desde un pequeño agujero observo los eventos que se ofrecían al interior, la niña se encontraba vestida con otras ropas y tenía una marca roja en su frente, miraba a su alrededor buscando a la mayor, que luego se incorpora y toma su cabeza, la pone en la suya, de pronto la quita y se aleja. Vuelve para luego colocar un plato en la alfombra, vierte agua en el y revuelve con pasividad absoluta, la niña mira fijamente, mientras Sedan me recalca: me dispuse a entrar, me encontraba terriblemente temerosa de lo que le pudiera hacer a la niña.
Cuando entro la mayor me dice: sácate los zapatos, ubícalos fuera de la carpa y quédate al costado izquierdo del plato, yo me vi sorprendida, se encontraba en frente mío dándome la espalda, parece que mi sigilo no funciono de nada. Entonces hago todo lo que me dice y luego realmente observo el plato, más bien el agua, que proyectaba un reflejo que demore en asimilar, luego logro diferenciar a la madre de la niña, allí en el reflejo, en el agua de un plato oxidado, era ella junto a su hija en la granja de la familia de los frutos, en ese instante se difumina ella y empiezo a ver a Terrier (el hombre de la familia acaudalada) que ordena a Sanspier, el mayordomo que entregue los mejores frutos a su hija, los más dulces y coloridos y que les cobre una sonrisa doble a la niña y una simple a la madre.

2 comentarios:

Ariel Soza dijo...

.... !!

cuentos para leer en la calle !

saludos !!

Lazy Mahler dijo...

Cuentos, Cuentos, Cuentos!