martes, 18 de septiembre de 2007

Reencarnación Severa Ejemplo I

En cuatro paredes blancas me encontraba, sin encontrar la salida, sin siquiera rescatar algún rayo de lóbrega luz. mis peores males se abalanzaban en ese preciso momento, cada paso era terrible, esperaba que la persona que montara esos botines abriera algún conducto que significara (al menos) la remota posibilidad de salida de este infierno.
Todo mi cuerpo se encontraba costrado (a pesar de la oscuridad, lograba palpar mis muslos y mis brazos, que para ese entonces se descascaraba) y con profundas grietas (prefiero evitar ese comentario).
Paso mucho (muchísimo) tiempo para recién ver un poco de luz por una puerta (justo a mi lado), aquella luz me proporciono una ceguera terrible, un dolor insoportable que con el pasar de las horas fue subsanando.
Recuerdo levemente unos chorros de agua que llevaban frases alusivas a mi madre y mi “mal pasado” ¡como si lo peor de esta humanidad me hubiera parido!, cuando de repente se detienen y me dicen:

¡Muerto de hambre culiao, vístete que teni´s que presentarte con el “obispo”!

para ese momento creía que todo podía ser posible, un representante de la iglesia representaría, al menos, un alivio momentáneo para mi (aunque este no pudiera sacarme de este ultraje) pero yo...

... ¡que iluso!, acá es cuando me preguntaba si era necesario recibir esta educación de la cual yo me esmeraba en practicar, ¿fue necesario que los valores de mi tradición cultural se internaran en mi persona si finalmente iba ir a parar en esta situación? Valores que fui descreyendo, sometiendo a un juicio lento y terrible, que dio como finalidad la perdida de esta entidad mía y el aseguramiento de mi Yo empírico junto con la búsqueda de mi individuación, todo fue conciencia... para ese momento.
el famoso “Obispo” se trataba de la peor mierda que contenía la vida en el cuerpo de un ser humano, era un personaje de al menos 2 metros que se encargaba de las labores de tortura y vejamen en estos lugares.

Para mi salida de este cuarto, humillado, sintiéndome lo peor de la existencia, cargando con las larvas y la inmundicia de aquel retazo de sadismo y resentimiento, me pregunte si es necesario soportar esto, intente buscar en miles de sectores de mi vida un instante que pudiera soslayar este episodio (la verdad habían muchos, recuerdos de mis viejos, mis abuelos, las bromas y disgustos de mis tíos, la Clarita, mi novia, que se me volvió intensa e inagotable como imagen) pero mi problema radicaba en lo feroz de la vida, la encrucijada era la idea absoluta de los valores (que por ese entonces se encontraba en el suelo cubierto de sangre) en contra de una descarnada utilidad del ser humano.
Pensé en el suicidio como posibilidad cercana (después de todo en los bordes de las paredes había sentido unos filos que podían ser el medio para poner fin al suplicio).
Decidí esperar, a lo mejor una imagen nueva podía vociferar en mi cabeza, y en ese momento cambiaría de circuito.

Para unos días (yo calculé aproximadamente ocho) la situación no cambiaba, la rutina del “obispo” seguía y a esta se le sumaba una encuesta particularmente violenta sobre datos de mis familiares:

¿tenis hermana hueón?

¿cómo se llaman tus sobrinas?

¿cómo estan tus primas, la Francesca y la Julia?

¡Te conocemo todo hueon!

¡Te las vamos a traer amariconao... y puta que vamo a disfrutar con ellas!.

Yo, resistí desde la corriente en la parrilla, hasta ese alicate que te sacaba las uñas, nada salió de mi boca, fui el ser más lacónico de este “sector” (al menos que mis desgarrados gritos se pudiera interpretar como un si o un no).

Luego de mi ultima charla con el “obispo” me hicieron pasar a la “sección”. la sección era una zona exterior, un espacio abierto en donde un militar vestido de civil con una mesa improvisada empezaba a cuestionar tus valores. En un primer momento comenzaba con tu religión, luego tus gustos, para continuar con tus ideas de la vida, y finalmente procedía a hechar por tierra todo lo que te enseñan desde tu “puta madre” hasta “tu cagon padre”.
En fin, una especie de lavado de cerebro en el cual su intención del “formateo” empezó a tener repercusiones en mi para el segundo día (luego de la “entrevista”).

Sentí la plenitud con el perdón
La gota roja corría por mi cuello
La bala atravesó este cráneo
Dejando niñas, viejas y un montón de recuerdos

Acá, desde este vientre empiezo todo de nuevo
¿Que es esa luz?
Dadadagu.

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